¿Por qué nos cuesta cambiar?

      A lo largo de nuestra vida suceden muchos cambios, algunos esperados, inesperados, deseados e indeseados incluso... pero todos cambia aún sin darnos cuenta.

    ¿Qué pasa entonces cuando te sientes infeliz con algo y no te atreves a cambiarlo? ¿y cuando quieres hacer algo grande, avanzar en los proyectos deseados y seguir las propias ilusiones? ¿Lo haces o te cuesta?

    Es frecuente que cueste por el miedo al cambio. MIEDO, sí. Salir de la zona de confort, adquirir unos riesgos, enfrentarse al qué dirán o al tan temido fracaso.

    Es la propia mente la que intenta proteger. Evita enfrentarse a algo desconocido. Aparecen los ¿y si...? ; ¿y si sale mal? ¿y si no me beneficia? O peor incluso, las autoafirmaciones negativas; va a salir mal, no voy a ser feliz así, voy a perder tiempo o dinero...

    Con todo esto, es absolutamente normal no querer cambiar. Como dice el refrán Virgencita, que me quede como estoy. Sin embargo, la verdadera causa de estos pensamientos negativos es el estrés que el cambio produce, y que es percibido peor que la situación infeliz que se vive.

    Animarse a cambiar es aceptar que no podemos controlar todas las variables. Es imposible tenerlo todo bajo control. Se necesita evitar comparaciones con otras personas y olvidar experiencias negativas del pasado. Aprender a ver la parte positiva del cambio y visualizarnos en él, ayudará a disfrutar del camino. Vivir nuevas experiencias es madurar, es crecimiento. APRENDIZAJE.

    Tener una actitud decidida es esencial durante este proceso. Por ello, el problema no es el problema en sí mismo, sino tu actitud ante él.


                 
   
Eres el único dueño de tu vida, por tanto ¿qué camino eliges?


                     

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